Por qué proliferan los clubes de lectura entre las mujeres: se hacen amigos y ayudan a la salud mental (2024)

Leer para compartir. Leer para aprender. Leer para combatir la soledad. Son muchas las razones que han motivado el auge de los clubes de lectura en España (¿quién no conoce a alguien que acude con asiduidad a uno?).

Para comprender el éxito de las tertulias literarias en su versión moderna, debemos remontarnos unos siglos atrás. En sus orígenes, la lectura no fue ni solitaria ni en silencio. Era un acto social. Desde las primeras historias alrededor del fuego, pasando por las fiestas de los antiguos romanos, los monasterios de la Edad Media o las tabernas del Siglo de Oro, la lectura se practicaba en compañía y en voz alta. Hasta que en el siglo XIX empezamos a leer de forma individual e introspectiva.

Contra la soledad

Hoy leemos solos... y nos sentimos solos también (uno de cada 10 españoles, según el último informe elaborado por el Observatorio Estatal de la Soledad No Deseada). Con esta perspectiva, parece que reunirnos en torno a un libro adquiere más sentido que nunca.

Alicia Matoses y Alicia Manso, fundadoras de la agencia de eventos corporativos Women Hub, han lanzado un nuevo club de lectura en Madrid -El círculo de las palabras- precisamente con este fin: «Crear una comunidad acogedora donde las mujeres puedan no sólo explorar el mundo de la literatura, sino también crear vínculos significativos y divertirse juntas en el proceso». La primera convocatoria fue el 8 de junio y contó con la presencia de las escritoras Vanessa Monfort y Nuria Quintana.

Maribel Riaza, vinculada desde hace años al mundo editorial y experta en innovación cultural, lo explica muy bien en 'La voz de los libros: una historia de la lectura, desde los escribas hasta los audiolibros' (Aguilar, 2024). Riaza, que coordina distintos clubes de lectura, sostiene que «podemos encontrar muchas razones para leer y hacerlo en grupo: los lazos humanos y de amistad que se generan, la sociabilidad, la influencia positiva que tiene en nuestra salud mental y nuestras capacidades cognitivas». Y sobre todo porque «es placentero. Compartir lecturas es algo muy sencillo y económico que produce felicidad».

Revisión histórica

Y la mujer, ¿qué papel ha jugado en las tertulias literarias? Sabemos que Safo de Mitilene fue personaje fundamental de la vida cultural y artística de Siracusa (Italia) más de 500 años a.C. Santa Marcela, alrededor del 400 a.C., se reunía con otras mujeres para charlar sobre lo que leían en latín, griego y hebreo en su quinta romana. En la Inglaterra del siglo XVIII surgió la Sociedad de las Medias Azules, una organización informal femenina que se reunía para conversar sobre literatura. Y en el XIX, las mujeres instigaron varios salones literarios en París, clubes de alta literatura en Estados Unidos y tertulias de carácter literario y político, como las de la autora Frasquita Larrea en España.

Pero si ha habido una figura determinante en nuestro país para la proliferación de las tertulias y de los clubes de lectura como los conocemos hoy día, ésa ha sido la biblioteca. En la década de los 80, la red de Bibliotecas Populares (hoy Públicas) de Madrid y de otras provincias -como la de Guadalajara- comenzaron a ofertar actividades para fomentar el hábito de la lectura. Los clubes fueron una de ellas.

Bibliotecas y bibliobús

Hoy no hay biblioteca que no cuente con uno -o varios- clubes de lectura. Esmeralda Arribas es bibliotecaria, fundadora del Club de Lectura Virtual de los Bibliobuses de la Diputación de Segovia e impulsora de la Jornada de Clubes de Lectura de Brieva, que este año ha celebrado su primera edición en esta pequeña localidad segoviana.

Para Arribas, que trabaja en un bibliobús y conoce bien la realidad de su provincia, el club ha supuesto un antes y un después: «Fomentan otras iniciativas beneficiosas para la comunidad. A partir de una novela se puede organizar un paseo literario recorriendo un pueblo o ciudad, por ejemplo». También destaca su valor terapéutico y bienestar emocional, puesto que participar, compartir opiniones y escuchar las de los demás «elevan el ánimo y la autoestima».

Un recurso para los pueblos pequeños

Crear comunidad en pequeños núcleos urbanos es una de las principales virtudes de un club de lectura. La periodista María Nájera y su amiga de la infancia Ana Giménez lo tenían claro cuando en 2019 pusieron en marcha La Charradica en su pueblo natal, Arándiga (Zaragoza). «Es una excusa para leer un libro, arreglarse y reunirse con otros vecinos. Es un buen motivo para preparar algo de comer y compartirlo, y además socializar, dialogar y conocer más y mejor a personas del pueblo».

Nájera tenía la experiencia de otro club de lectura: Tinta Fina. Lo celebra con amigas una vez al mes en Madrid desde 2018. «Le comenté a Ana lo enriquecedor que era encontrarnos y hablar sobre libros, y tuvimos la idea de hacer lo mismo, pero en nuestro pueblo». Ambas creen que «la lectura salva, divierte, evade, enseña, entretiene, crea vínculos... Somos las personas las que, en lugares pequeños como nuestro pueblo [Arándiga no llega a los 300 habitantes], debemos compartir ideas y ponerlas en marcha». De hecho, el pasado mes de abril celebraron las primeras jornadas literarias Letras bajo el castillo, con varias actividades como la reapertura de la biblioteca municipal (que ahora lleva el nombre de la escritora Ana Alcolea, quien asistió al acto de inauguración).

De las redes al mundo

Inmersos como vivimos en una era de hiperconexión y tecnología, las tertulias literarias no han sido ajenas a esta realidad y también han proliferado en las redes sociales, permitiendo conectar de forma simultánea a lectores en cualquier rincón del mundo.

Inés Arias -moderadora de presentaciones, veladas y talleres de lectura- viajó por primera vez a Inglaterra en 2012. Apenas chapurreaba inglés y tampoco tenía tiempo para leer, así que esta joven gallega buscó la manera de aprender el idioma y volver a disfrutar de los libros: se apuntó a un club de lectura. Hoy cuenta con el suyo propio, The Moorland, centrado en las obras de las hermanas Brontë. Nació de forma espontánea en 2021, cuando Arias propuso en Instagram la lectura conjunta de 'Cumbres borrascosas' de Emily Brontë. «Tenía en mente una relectura del libro y me apetecía compartirla con más personas. No esperaba que surgiera un grupo tan apasionado y entusiasmado con las Brontë. Al terminar la novela, me encontré con la petición de seguir con el club y leer todas las obras publicadas de las hermanas, así como sus biografías, cartas...», declara.

Y si alguien piensa que por tratarse de un club online todo queda restringido al frío marco de la pantalla, se equivoca: «Hace dos años escogimos 'Agnes Grey', de Anne Brontë, como libro viajero: una misma edición fue enviada y leída por 15 participantes del club en la que hicieron anotaciones, ilustraciones, guardaron flores prensadas y recuerdos del momento en el que se leía el libro. Ahora ha llegado a su punto de inicio y cuenta muchas y diversas historias, no sólo la que escribió Anne».

La abogada Almudena Martínez también abrió una cuenta en Instagram (@booksandcups_) hace cinco años como parte de un proyecto para un máster de márketing en la que compartía sus lecturas, reseñas y recomendaciones... Hasta que dos años atrás planteó leer de forma conjunta 'Una educación', de Tara Westover, y formó un grupo de Whatsapp de 30 personas. Su grupo de lectura virtual Books & Cups cuenta ya con más de 500 participantes. «Somos de diferentes edades, países e incluso culturas, y eso lo hace muy dinámico y enriquecedor. Hay muy buen ambiente en el grupo, y se siente como una gran familia».

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